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En el I.E.S. JARANDA estamos desarrollando un “Plan de Convivencia Intergeneracional” que se enmarca en el planteamiento metodológico de las enseñanzas activas, y con el que se pretende que los alumnos desarrollen todo un conjunto de competencias claves, con especial consideración hacia las competencias emocional, social y ciudadana, autonomía e iniciativa y creatividad. Al mismo tiempo, supone una apuesta comprometida con la sociedad, con nuestros mayores, de forma que la labor educativa revierte en la propia comunidad en el mismo momento en que se produce.

El beneficio es mutuo. Mayores y jóvenes tienen mucho que aportarse en términos de educación y salud, ámbitos esenciales de toda sociedad. Estamos convencidos del valor educativo que para nuestros alumnos supone vivir estas experiencias y trabajar su formación en estos escenarios de aprendizaje; se alcanza un entendimiento profundo de la condición humana; se desarrollan capacidades y modos de ser absolutamente imprescindibles para aspirar a tener una vida satisfactoria; se adquieren competencias imprescindibles para la vida futura, tanto en el entorno social como en el laboral que habrán de transitar nuestros alumnos. De otro lado, pero al mismo tiempo, nuestros mayores recibirán la estimulación que supone el no sentirse al margen, y qué mejor forma de experimentarlo que de la mano de nuestros, sus, adolescentes. Sentirse valorado, darle sentido al presente y dejar de entenderlo como un periodo transitorio, cargado de complicaciones, que conduce al inevitable final.

En el programa de hoy, cuatro de nuestras alumnas (dos del “Plan de Convivencia Intergeneracional” , una de 2º de Bachillerato y una de FPB) nos hablan de su experiencia como emigrantes. En un ambiente distendido, comparan como era la emigración antes y como es ahora y también nos comentan como se sintieron siendo extranjeros en un país diferente al nuestro.

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