Los ‘incendios zombis’ proliferan por culpa del cambio climático: así es el fuego subterráneo que surge con el deshielo del permafrost 

Autor: Álvaro Martín Rubio

Profesor Javier Briz Lázcoz

Siberia es inmensa y fría. Lo primero no parece que vaya a cambiar; lo segundo sí. Ese año(2020), el verano boreal (de junio a agosto) en Siberia fue en promedio tres veces más caluroso que en 1980.El calentamiento global es responsable de la subida de las temperaturas.

Entre 2019 y 2020, ardieron 4,7 millones de hectáreas y se emitieron 412,7 millones de toneladas de CO2. Tantos fuegos podrían liberar en las próximas décadas enormes cantidades de gas carbono actualmente atrapadas en el suelo, en el llamado permafrost. Se trata de la capa de suelo permanentemente congelado de las regiones muy frías. Un estudio demuestra que el incremento de las temperaturas ha hecho aumentar  los incendios en el Ártico. Los 256 millones de toneladas de CO2 que emitieron los 423 incendios de 2020 en el Ártico siberiano es tanto como todo el CO2 que emite España en un año.El calentamiento global está disminuyendo el grosor de la capa de hielo de todo el Ártico y provocando el deshielo del permafrost. 

El incendio de la turba tras el invierno quema las hierbas secas y se extiende por todo el bosque. Son incendios subterráneos, a más de un metro de profundidad, que llaman fuegos zombis. Su extinción es más complicada que la de un incendio forestal convencional. No es cuestión de agua, ni de mangueras o aviones,para extinguir una turbera hay que inundarla y mezclar la tierra hasta conseguir una pasta líquida, de no hacerlo bien el incendio puede reiniciarse. La combustión de esos suelos de turba del permafrost, unida al deshielo, supone la emisión de CO2, metano y hasta productos químicos nocivos como el DDT. Son megatoneladas de CO2 a la atmósfera y lo mismo ocurre con el metano. Estos suelos son ricos en este gas de efecto invernadero y los incendios están generando masivas emisiones de metano, que resulta incluso más nocivo que el CO2. Con la quema del permafrost también resurgen virus y bacterias que han pasado decenas de miles de años congelados.