Es una profesora que año tras año se va perfeccionando en su trabajo, y precisamente esto es lo que le motiva a seguir.
De pequeña tuvo muchos problemas con uno de sus dientes y le intrigaba la profesión de odontóloga, hasta que le llegaría la vocación pasajera de arquitecta, pero chocaba con su desmotivación hacia la materia de historia. Pero, conoció en 5º de Primaria a un profesor de Educación Física que le contagió la aficción por la docencia. Desde pequeña, a la temprana edad de dos años, comenzó con la gimnasia rítmica y así hasta cumplir los 18 años, en que se tuvo que centrar más en la universidad. También sopesó la posibilidad de dedicarse a la labor de fisioterapeuta, pero también la descartó por estar muy relacionada con medicina y menos por la docencia, que es lo que en definitiva le apasiona.
Como muchos de sus alumnos odiaba las clases de resistencia y las actividades colectivas. Prefería más el riesgo como la escalada. Se daría cuenta entonces que para motivar a sus alumnos hay que hacer los ejercicios más entretenidos. «Siempre se aprende de forma recíproca, alumnos y profesor».
En la sección «preguntas comprometidas», sus entrevistadores comenzaron por quejarse del PIN, prueba de resistencia aeróbica. Ella reconoce que es duro, pero que hay que pasarla, como ella hizo sacando buena nota en la asignatura historia del deporte en la carrera. Todas las asignaturas son importantes para conseguir los objetivos en el futuro – añade animando a sus contertulios.
Ahora, siendo madre, tiene «unos pequeños alumnos» en casa, que aunque muy pequeños son muy activos. Aún así, ya les hace pruebas de psicomotricidad adaptadas.
Por último, lamenta que en estos pueblos tan pequeños ciertos alumnos suyos, muy cualificados para el atletismo no puedan perfeccionar esta destreza por la inexistencia de instalaciones preparadas.
Durante toda la entrevista, profesora y alumnos, se mostraron muy cómodos durante toda la emisión: sin duda existía un ambiente de admiración y agradecimiento mutuo.
