
Este maestro de música del CEIP Nuestra Señora de las Nieves (La Zarza), es un personaje muy popular entre su alumnado. Se ha ganado su simpatía a través de los años, desarrollando su actividad como coordinador y director de espectáculos musicales en el centro.
Comenta que sus primeros alumnos en los musicales ya están matriculados en bachillerato y que los recuerda como si fuera el primer día.
Comenzó a desarrollar este hobbie a la edad de 12 a 13 años como actor en pequeñas obras teatrales como El perro del hortelano (Lope de Vega). Sin embargo, el primer musical como director fue ya con 22 años «Hoy no me puedo levantar» (de Mecano). Le siguieron «El rey León», «Unidos por la música» (antología creada por él mismo), y «Mamma mía» (representada en Mérida y La Zarza).
Para que las obras salgan bien es fundamental el apoyo de los padres tanto en los ensayos como el montaje del escenario.
Los alumnos del pasado curso de 6º A de Primaria (hoy 1º ESO) le cautivaron bastante por lo mucho que se esforzaron. No le importaría repetir la experiencia.

Como anécdotas que le vienen a la memoria en este momento recuerda cuando se olvidaron la cazadora en el perchero y ésta desapareció. Tuvo que ceder el su ropa y quedarse medio desnudo tras el telón.
También nos comenta los nervios de última hora cuando con la representación de El Rey León, consiguieron poner en escena a unos 80 alumnos. No pensaba que todo saliera tan bien como al final fue.
Toda esta organización de las representaciones teatrales, sumada a la preparación de sus clases le ha hecho muchas veces despistarse un poco. Tal y como le sucedió cuando se le olvidó recoger a una compañera con la que compartía coche, y tuvo que volver a por ella desde Almendralejo, donde actualmente reside.
Con los instrumentos musicales, la problemática no ha sido muy exagerada, si bien la ruptura de algún cubo de basura utilizado como instrumento de percusión, o coordinar algunos alumnos inquietos como a Mancera que «iba por libre».
Tocó el timbre, hicimos las fotos de costumbre, y Juan salió al pasillo estrechando manos de antiguos alumnos que le saludaban sorprendidos de su presencia en el Instituto: todo un personaje que «ha quedado huella».