Esta leyenda narra la historia de Avelina y Andrés, dos enamorados que se encontraban en un mirador celeste de Garciaz para conocerse y cortejarse. Avelina esperó varias noches en vano, pero Andrés nunca apareció. Finalmente, los habitantes del pueblo descubrieron que Andrés había sido picado por un escorpión y mordido por una serpiente, y su cuerpo había sido devorado por las alimañas del campo, excepto sus pies. Conmovida por el amor que Andrés había demostrado, la diosa Afrodita convirtió al escorpión y a la serpiente en las constelaciones de Escorpio y Serpens. Así, estas constelaciones iluminan el cielo de Garciaz en las noches de verano, recordando el amor de Avelina y Andrés y evitando que otras parejas sufran la misma separación que ellos.
