Ahora que estamos en el Instituto, intentando vislumbrar en el horizonte nuestro escenario de futuro, puede que no nos veamos aquí, en Extremadura, de que pasen diez años. A lo mejor, imaginamos que esta tierra nuestra, anclada en lo rural, alejada del éxito común de la urbe, no nos brindará las oportunidades que merecemos para emprender nuestro proyecto de vida, concretamente en el apartado laboral. Pero la realidad nos muestra numerosos ejemplos donde comprobar que vivimos en un territorio de futuro.
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