Una Historia como la de Alicia

Relatos encadenados (grupo 4)

relato 4

Si de verdad os interesa esta historia, estad todos muy atentos; no os perdáis ni un solo momento: os voy a contar fascinantes historias.

Tengo 11 años, mi nombre es Rafa, vivo en Navarra, cerca de un pueblo llamado Olite. Mi casa está en el campo, el lugar más increíble para vivir. Desde la ventana de mi cuarto veo los paisajes más maravillosos que podáis imaginar: el prado verde, donde pastan los animales; las montañas, que son tan altas que parecen llegar al cielo y que, si las subes, poco a poco llegas a tocar las nubes. Os aseguro que es un lugar mágico.

Soy el pequeño de 4 hermanos y no por eso el “ mimado”. Mi hermano Carlos es el mayor, tiene 18 años, ha empezado este año la Universidad, estudia en Pamplona Medicina, apenas pasa tiempo con nosotros. Después está el más “ bicho “, Agustín; le llamamos Tinin, tiene 13 años, con él es con el que más juego; sus historias e imaginación las comparte conmigo y creamos un gran equipo de aventuras. Y, por último, Andrea, mi hermana gemela que, aunque os parezca increíble, no nos parecemos en nada, ella está en su mundo y con su perrita Nana…

(Nicolás Angulo, 1º ESO A)

Bueno, después de hablaros de mi familia y mi habitación creo que me toca hablar de mis gustos para que sepáis cómo soy. Me gusta bastante hacer deporte. Los fines de semana suelo quedar con mis dos mejores amigos, Darío y Ernesto, para coger la bici y subir a una de las montañas que se ven desde mi ventana. En la montaña hemos construido una pequeña “casita” -si la podemos llamar así- en la que pasamos el rato; la construimos hace unos meses, cuando vimos que por la zona la gente solía tirar la madera que le sobraba cuando hacía algo; hace poco encontramos una tela impermeable que pusimos en el techo, desde entonces hemos ido dejando cada uno cosas que nos gustan : yo he dejado algunos libros, ya que me encanta leer; Ernesto ha dejado una bolsa llena de canicas con las que jugamos los tres; a Dario le gusta la informática, por lo que no se ha podido traer nada .

(Alfonso la Calle – 2º ESO G)

Todas nuestras aventuras empezaron un día cuando salimos a buscar más madera para la casita y se nos olvidó el reloj. Al principio no le dimos mucha importancia y simplemente disfrutamos del bosque y el agradable paisaje que ofrecía. El sol se fue poniendo y empezamos a plantearnos lo de volver a casa, pero Darío quería con todas su fuerzas escalar un peñasco de la ladera. Ernesto y yo nos miramos, ambos sabíamos que, con la escasa luz y el resbaladizo musgo que cubría la piedra, sería mala idea dejarle subir más de donde nos encontrábamos. El sol ya se había puesto por completo, solo nos alumbramos por una pequeña linterna que habíamos guardado de otra de nuestras anteriores salidas al monte. Darío empezó a subir a pesar de nuestras advertencias, al cabo de lo que me pareció un abrir y cerrar de ojos perdimos de vista a nuestro amigo.

Ernesto y yo nos empezamos a preocupar, pasaron los minutos y no bajó, entonces decidimos subir…

(Héctor Collado – 1º ESO C)

Subimos y, una vez arriba, contemplamos el paisaje. Había un bosque de altos árboles que no sabría identificar. Era difícil distinguir las cosas, estaba muy oscuro. Avanzamos por un estrecho camino con la intención de encontrar a Darío. Le llamamos:

¡Dario! ¡¿Estás ahí?! ¡ Contesta si es así!

Silencio. Volvimos a llamarle, pero como podréis suponer la respuesta fue la misma.

Seguimos avanzando cuando un ruido rompió aquel silencio que hacía que imaginásemos el peor de los casos. Notamos cómo el ruido se acercaba cada vez más y , por miedo y seguridad, cogí un palo que parecía bastante afilado. Entonces de los arbustos salió…

Es una ardilla – dijo Ernesto.

Suspiramos aliviados. Decidimos volver a probar si Dario nos respondía cuando, unos segundos más tarde, alguien salió al camino. El reflejo de la luna le iluminó la cara. Era Dario.

¿Qué hacéis aquí ? Huid ahora o él os…

(Samuel Durán – 1ª ESO A)

De repente se apagó la linterna y Dario desapareció. En ese momento entramos en pánico y bajamos corriendo. Cuando ya estábamos en el suelo decidimos que lo mejor era volver a casa y buscarlo al día siguiente por la mañana, y así hicimos, Ernesto y yo nos fuimos a casa y no le dijimos a la madre de Darío nada para que no se enterara. Por el camino debatimos si contárselo a nuestros padres o no. Al final llegamos a la conclusión de que lo mejor era no decirles nada por si nos castigaban sin poder ir más o sin poder volver a vernos… Al día siguiente, a primera hora de la mañana, fuimos al bosque a buscarlo; si no lo encontrábamos al mediodía, decidimos que lo mejor sería avisar a los padres y que lo buscáramos entre todos.

Cuando llegamos gritamos su nombre repetidas veces y no hubo respuesta. No nos quedaba más remedio que contárselo a nuestros padres. Cuando llegamos a casa le dijimos a nuestros padres lo ocurrido. Como era de esperar nos echaron una buena bronca y nos prohibieron salir solos al bosque, solo nos dejaban ir solos si volvíamos una hora antes de que se fuera el sol.

Después de eso tocaba contárselo a la madre de Darío. Mi madre fue la encargada de decírselo y según lo que nos contó le dijo:

(Álvaro Fornieles – 1ª ESO A)

¡Ana! – así se llamaba la madre de Darío -, te cuento lo que me ha dicho Rafa, no sé qué ha ocurrido, pero su hijo ha desaparecido en el Bosque de las Mariposas (el que está al otro lado de la montaña) y, a pesar de buscarlo, no dieron con él.

Según mi madre, Ana se sorprendió y le contó que su hijo estaba en casa: “Llegó ayer a su hora y ahora está dormido”. Eso sí, lo notó un poco extraño, como ausente y con la ropa mojada.

¿Cómo puede ser ?

¿Nos lo soñamos?

Ernesto y yo nos miramos sorprendidos y a la vez gritamos ¿¡ Nos lo hemos soñado los dos !?

Mi amigo y yo estábamos muy confundidos y un poco asustados, así que nos pusimos a esperar a que Darío se despertara y preguntarle qué había pasado en realidad.

Cuando se despertó nos contó algo que nos sorprendió mucho:

(Álvaro García – 1ª ESO A)

Darío empezó a contar que, cuando se quedó solo, vio un charco que aún había de la tormenta que cayó unos días atrás; en ese charco había una persona reflejada con un vestido blanco, entonces el chico miró hacia arriba y vio que en un árbol situado justo enfrente había un cuerpo colgado de una chica, que estaba atado por el cuello con una soga, y sintió mucho miedo; se puso a llamar a voces a Rafa y a Ernesto y no le respondían; se puso a correr por todo el bosque hasta encontrar una salida y, una vez que se ubicó, buscó a sus amigos pero, como justo ellos también estaban dando vueltas para buscarle, no les encontró y decidió irse para su casa porque sabía que en su casa iba a estar seguro y sus amigos siempre podían ir a buscarle. Pero ahora Darío tiene un gran dolor de cabeza y nada le cuadra y sigue pensando quien podría haber hecho eso a la chica; le propone a sus amigos que podían investigar quién hizo eso para salvar al resto de convivientes y que no vuelva a pasar. Entonces, a la mañana siguiente…

(Ana Isabel Paniagua – 4ª ESO A)

Los tres amigos decidieron salir de expedición al Bosque de las Mariposas. Llevaban todo lo necesario para afrontar cualquier situación. Llegaron de nuevo al peñasco y, al subir, vieron que era cierto lo que dijo Darío, justo enfrente de ellos una niña colgaba de una cuerda en un árbol solitario de un claro del bosque. Toda la vida de alrededor de la niña y el árbol del que colgaba había desaparecido en un radio de unos sesenta metros. Darío, que ya había visto aquello, fue el primero en acercarse al árbol, un árbol centenario y sin hojas que parecía estar muerto, con grandes raíces que lo siguen amarrando al suelo y parecía que, entre esas raíces, había una estrecha entrada a algún tipo de cueva o madriguera. Al ver eso Ernesto

Chicos… Mirad eso, porfavor. Lo mejor es que no miremos qué hay dentro y no volvamos a este sitio nunca más

En ese mismo instante Darío, que ya se había acercado, resbaló y se metió en el hueco hasta el pecho con los brazos y la cabeza fuera

.- ¡Nooo! ¡Ayuda Rafa, por favor! ¡Sacadme de aquí ya!

Rafa fue corriendo hacia el equipamiento y sacó una soga y una pala de la mochila y al volver a por Darío…

(Luis Redrejo – 3º ESO H )

Se encontró que no estaban ni Darío ni Ernesto. Se quedó en shock y lo primero que pensó fue en asomarse al hoyo aquel donde se había quedado atrapado Darío. Al asomarse vio una gran caída, la cual no se apreciaba desde lejos. Se tuvo que encontrar con una de las peores situaciones: un cacho de la camiseta de Darío en mitad de la caída en una pequeña rama. Rafa, abrumado por aquella situación, empezó a gritar el nombre de Ernesto, el cual no contestaba.

Se empezaba a hacer de noche y él no era capaz de irse a casa dejando atrás a sus dos mejores amigos sin saber si estaban bien. Por lo que decidió adentrarse en aquel hoyo. Ató la soga al árbol aquel de la niña, ya que era el más cercano, y con la linterna que siempre llevaban decidió adentrarse…

(Juan Rollán – 4º ESO A)

Lo que vio Rafa en el hoyo no se puede explicar con palabras… Al principio no veía nada, estaba muy oscuro; pero, poco a poco, empezó a acostumbrarse a ver en la oscuridad y vio una especie de camino estrecho que decidió continuar para ver si encontraba a sus amigos.

Llevaba andando muy poco tiempo cuando, de repente, algo se le cruzó en el camino. Rafa pegó un chillido que casi hace que se caiga al suelo! No supo qué era hasta que el bicho se paró delante de él. Era una rata grande, pero no fea, que lo miraba como si lo conociera o como si quisiera hacerse amigo de él.

Lo más sorprendente es que la rata le habló a Rafa y le preguntó qué hacía allí. Rafa le contó y la rata le contestó que allí era imposible que hubiera nadie. Era un sitio muy pequeño y no cabía gente.

Rafa le insistió en que él vio cómo sus amigos cayeron al hoyo… Empezó a discutir con la rata, cada vez en un tono más alto; la rata le llevaba la contraria y así un buen rato hasta que Rafa empezó a escuchar la voz de su madre, pero entre sueños, que le decía: Rafa! Rafa! despierta!!!

¿Y sabéis qué pasó? pues que todo, todo lo que se cuenta en este cuento nunca pasó… Fue un sueño de Rafa, algo parecido a lo que le pasó a Alicia en el País de las Maravillas!

Así que Rafa, después de levantarse, desayunar y prepararse, fue corriendo a buscar a sus amigos para contarle toda la película que se había montado en su sueño!!!!

(Lucía Sánchez – 3º ESO H)