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Relato Encadenado (grupo 3)

relato 3

Sonaba a lo lejos la llegada del tren a la estación número 23 de Berlín capital. Corría el año 1918, más concretamente noviembre de 1918. y nuestra protagonista, Melany Handcolman, huía para encontrar una vida mejor. Y ese tren era su última esperanza. Lo complicado era cómo llegar a montarse en el tren, ya que Melany carecía de documentación, algo esencial en aquella época. Y es aquí donde aparece el ingenio de nuestra protagonista. La chica, con tan solo 16 años, sabía hacer increíbles trucos de magia y pensó que ese podría ser su ticket de salida hacia el sur de Europa. A continuación, aprovechó que había una señora con sus tres hijos esperando el tren y comenzó a jugar con ellos. Los niños se quedaron tan maravillados con ella que la madre la invitó a viajar con ellos en el mismo vagón. Después de instalarse en él, la señora, que era una rica empresaria, se dio cuenta de la nobleza de esa chica y le preguntó si le podía ayudar en algo para compensar el maravilloso tiempo que les había hecho pasar a sus hijos. Esta le contó su historia y, después de lo escuchado, la mujer no pudo resistirse a ofrecerle un trabajo.

Helena se había convertido en su hada madrina. Esta vez el truco de magia se lo habían hecho a ella. Cuando llegaron a su destino, París, Helena le presentó su casa y a su marido, Richard.

(Claudia Abela Delgado – 3º ESO H)

Melany se quedó impactada con la casa que tenían, era una mansión. Muy agradecida y contenta de estar allí, se dio cuenta del gran parecido que había entre Richard, el marido de Helena, y su padre, que la abandonó cuando ella tenía 5 años; ella pasó del tema pero no podía evitar pensarlo cada vez que lo veía. Esa misma noche, cenando todos juntos, Helena le pidió a Melany que les contara cómo fue su infancia, ella respondió que fue muy dura ya que su padre la abandonó cuando era muy pequeña; en ese momento, Richard se puso muy nervioso, se levantó de la mesa diciendo que ya no tenía hambre y se fue a su habitación sin decir nada. Helena le pidió perdón a Melany, decía que Richard nunca había sido así de grosero con ninguna visita, que él era muy simpático, como ella.

Melany no quiso pensar más en que aquel hombre alto, moreno y de ojos azules era su padre, aunque tenía semejante parecido. Ayudó a Helena a recoger la mesa y se fueron todos a dormir. Cuando Melany ya estaba durmiendo, se levantó a las 4 de la madrugada con mucha ganas de beber agua, pero cuando fue a la cocina se encontró con Richard.

(Candela Chamorro, B1A)

Melany se asustó y se cayó el vaso al suelo, rompiéndose en mil pedazos, entonces la chica empezó a temblar, sintió un escalofrío por todo el cuerpo.

Entonces Richard puso su mano en el hombro de Melany y le susurró: ” Hija, por fin te encuentro, llevo toda mi vida buscándote, durante años recorrí pueblo a pueblo toda Alemania y no encontré rastros de ti, y ahora el azar te ha traído a mi casa. Y Melany le dijo: “¿Cómo tienes la osadía de decir que eres mi padre?

En ese instante apareció Helena, sobresaltada por el ruido de los cristales y extrañada por verlos juntos allí les preguntó: “¿Qué ocurre?, hablabais como si os conocierais”. Richard, evadiendo la respuesta, le dijo a Helena que era tarde y que se fueran todos a la cama.

(Pilar Díaz – 3º ESO H)

Tras lo que dijo Richard, Melany no pudo dormir esa noche; se preguntaba si él de verdad era su padre y, si lo era, por qué las abandonó a ella y a su madre, que falleció recientemente por un virus. Al día siguiente la muchacha, después de desayunar con Helena y hablar de que trabajaría como su secretaria, se fue a dar un paseo por una plaza cercana, donde conoció a su primera amiga parisina, Ariane, una chica de 17 años que trabaja como panadera en un negocio familiar.

Cuando llegó a la casa después de caminar, se encontró con Richard y dijo “Quiero explicarte lo que sucedió, ¿puedo?”, ella iba a responder cuando Helena apareció en medio de la conversación ; y así durante un mes cada vez que Richard quería hablar con Melany aparecía su mujer. Hasta que en uno de esos intentos de conversar con la muchacha, Helena preguntó qué sucedía y su marido le contó que, antes de que ellos se conocieran, él tuvo una hija y piensa que podía ser Melany; Helena, algo desconcertada, le sugirió una prueba de paternidad para quitar dudas y Melany acepto.

(Ahinara Lobo – 2º ESO A)

Ya había pasado un rato desde que Helena y Richard habían salido a recoger los resultados del análisis de sangre de Melany y Richard.

Melany, a su pesar, tuvo que cancelar sus planes de pasear con Ariane porque tenía que cuidar de los críos.

“El fin de la guerra llegó, ¿qué vendrá después? Se ha decidido que París será la sede de la Conferencia de Paz para terminar con la guerra de una vez por todas”, leía Melany en el periódico local mientras los pequeños hijos de Helena la atosigaban. Soltó un leve suspiro y se levantó de la silla intentando huir de aquel alboroto.

Subió las escaleras en busca de algo de paz. Caminó sigilosamente por el pasillo, tan inmersa en sus pensamientos que chocó con una gran puerta. Soltó un quejido. “¡Ay! Eso ha dolido…” Levantó la mirada y se percató de que esa puerta era, nada más y nada menos, que la entrada al despacho de Richard. En su tiempo, Richard ya la advirtió de que bajo ningún concepto debía entrar sin su permiso.

“Bueno… Mientras los niños no se enteren no pasará nada…” Para desgracia de Richard, Melany era una señorita con mucha curiosidad.

(Irene Molina – 3º ESO G)

Melany decidió entrar a ver qué se podía encontrar en aquel despacho, parecía un simple estudio, pero Melany estaba segura de que iba a encontrar algo. Esta estuvo abriendo cajones, armarios, incluso cofres, pero no encontró nada relacionado con ella hasta que se encontró un anillo que tenía una forma un tanto extraña; se lo guardó en el bolsillo trasero de los vaqueros y se fue de la habitación. Más tarde llegó Helena y se durmió junto con sus hijos en el salón, en este instante Melany subió al despacho para seguir investigando con su amiga Ariane. Ariane era adoptada debido a que sus padres no la querían ya que estos querían que hubiera nacido un hombre para que heredara las tierras un varón. Melany y su amiga siguieron rebuscando entre cada mueble de la habitación y no habían encontrado nada, pero Ariane se dio cuenta de una cosa “¿Y ese cuadro?”, descolgaron el cuadro y había una caja fuerte que se abría con el relieve del anillo de Melany.

Cuando la abrieron y empezaron a leer los documentos, Melany se quedó sin palabras.

(Daniel Prior – 3º ESO H)

No podía creer lo que estaba viendo, en cada uno de los documentos que contenía la caja ponía su nombre: Melany, y no pudo resistirse a leerlos. Después de haber leído un par de hojas, se percató de que lo que estaba leyendo era una especie de diario, un diario escrito por Richard, en el cual hablaba desde el día en el que nació Melany hasta el día en el que él se marchó. Había leído dos páginas en las que estaban reflejados los sentimientos de Richard en el día que Melany nació. Según lo escrito en el diario, él quería mucho a su hija, pero no era su idea formar una familia con la que era su pareja en aquel entonces, es decir, la madre de Melany, ya que resultaba que él llevaba una doble vida con Helena. Pero cuando Melany se acercaba a leer lo interesante, donde Richard explicaba por qué la abandonó, sonó un fuerte golpe acompañado de un dulce: “¡Hola familia!´´, el cual advirtió a Melany de que Richard había llegado, por lo que ella y Ariane ordenaron todo como lo habían encontrado y trataron de salir cuanto antes, pero en el mismo instante en el que Ariane fue a tomar el pomo de la puerta para salir, Richard abrió la puerta.

(María Rodríguez – 3º ESO H)

Pero no había nadie, Melany y Ariane escaparon con tiempo. Richard notó que algo en su escritorio no encajaba, y salió malhumorado de aquella diminuta sala.

´´¡¿Quién ha entrado en mi despacho?!´´, dijo alzando la voz.

Helena, que recientemente había llegado a casa, fue corriendo a ver qué había ocurrido y de dónde provenían tantas voces.

Cuando llegó, se encontró a Richard arrodillado ante su caja fuerte, asustado y conmovido a la vez.

Helena cogió un papel, lo leyó, le preguntó de qué se trataba y le recriminó que nunca hubiera compartido con ella nada sobre el contenido de ese documento. Richard la miró con cara de preocupación y comenzó a inventar todo tipo de excusas. Helena le mandó callar y fue a buscar a Melany para poder contarle todo, aunque Melany ya sabía lo que escondían los documentos.

Helena preguntó a los pequeños si la habían visto, los tres negaron con la cabeza y Helena, preocupada, salió al jardín pero no la encontró. De pronto, escuchó una voz que a gritos pedía auxilio.

Melany estaba en el suelo, inconsciente, las chicas no escaparon del despacho por el interior de la mansión sino que huyeron por la ventana y Melany no cayó al suelo como esperaban. Allí estaba Ariane con el cuerpo de Melany en brazos gritando a todo pulmón, intentando que alguien consiguiera escucharla.

Helena la llevó al hospital más cercano. El médico que le atendió le contó a la familia una noticia un tanto sorprendente.

(Angélica Rubio – 2º ESO A)

Resulta que había sufrido un derrame cerebral y tenía que estar en el hospital cuatro días para hacerle varias pruebas, y para que se mejorase. Helena decidió pasar la noche con ella, se llevó unas cuantas revistas y libros. Mientras leía escuchó decir unas cosas a Melany: “Papá” “Richard” “¿Por qué nos encontramos ahora? ¿Por qué?” “¡No!”

Helena se había quedado asombrada, empezó a pensar que todo lo que había ocurrido fue causado por la impactante noticia. No pudo dormir, estaba dando vueltas a las palabras que salieron de la boca de la chica.

A la mañana siguiente, la chica se levantó, Helena se alegró mucho. Richard llamó a su mujer por teléfono para decirle que se fuese a casa a descansar y que él se quedaba con Melany en la hora de comer, pero ella se negó. Porque si la chica se desmayó por lo que escuchó la mujer anoche, era mejor que no se viesen.

Helena fue al baño un momento y, cuando volvió, ya no estaba Melany. Llamó a los médicos por si se la habían llevado para hacerle alguna prueba, pero no. La chica se había escapado. La mujer estaba angustiada porque decía que por su culpa se había escapado que no tendría que haber ido al baño.

Después de que todos habían sido informados, Helena decidió llamar a Richard pero este no contestaba. Fue a buscarlo, y no estaba en la casa. Todos buscaban a Richard y a la chica. Ninguno apareció.

(Claudia Ruiz- 3º ESO H)

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